miércoles, 21 de octubre de 2009

Recuerdame...


Recuérdame así, todavía enamorada de ti.

Recuerda la luz de mis ojos brillando cada vez que te miro,

cuando el reflejo de tus ojos oscuros llenan de mariposas mi interior.

Recuerda mi sonrisa franca que destella suspiros

cuando tu risa colma mi corazón de felicidad.

Recuérdame al sentir el aroma de las sabanas delatoras

de nuestros cuerpos desnudos.

Recuérdame, amándote, yaciendo anudados,

en tiernos abrazos ensamblados, como el puzzle que forman

el amor, los besos, las risas, las miradas, los abrazos,

y esas lágrimas que también,

provocas de vez en cuando.

domingo, 16 de agosto de 2009

Foto en Blanco y Negro


"Me gustan las fotos de toda la vida, en papel, guardaditas en su álbum, y recrearme mirándolas, recordando viajes que hice, encuentros, momentos dispersos a lo largo de mi vida."
Me gusta ver tu sonrisa en aquella vieja foto en blanco y negro, recuerdas?
Aquella en la playa, de hace tantos años que ya ni se distinguen los granos de arena de las olas del mar....
Pienso en aquel día como si fuera hoy, aunque hayan pasado ya tantos y tantos años.
La ilusión reflejada en tus pupilas cuando contemplabas las olas, esa boca ancha dibujando una mueca infantil cuando la espuma rozaba las puntas de nuestros pies desnudos abandonados en la orilla.
Paseamos despacio, recorriendo la playa una y otra vez, el tibio sol de otoño calentando mi corazón y tu alma.

martes, 19 de mayo de 2009

Lo que Necesito de Ti


No sabes cómo necesito tu voz;
necesito tus miradas
aquellas palabras que siempre me llenaban,
necesito tu paz interior;
necesito la luz de tus labios
! Ya no puedo... seguir así !
...Ya... No puedo
mi mente no quiere pensar
no puede pensar nada más que en ti.

Necesito la flor de tus manos
aquella paciencia de todos tus actos
con aquella justicia que me inspiras
para lo que siempre fue mi espina
mi fuente de vida se ha secado
con la fuerza del olvido...
me estoy quemando;
aquello que necesito ya lo he encontrado
pero aún !Te sigo extrañando!



(Mario Benedetti, que grande fuiste!)

domingo, 3 de mayo de 2009

Luz de Luna


Sintió que las estrellas la miraban y levantó la vista hacia el cielo.

La luna aumentó por un segundo su brillo y le sonrió...

Lentamente se quitó la ropa, dobló cada prenda y con cuidado las depositó sobre la hierba húmeda.

Desnuda, comenzó a bailar la melodía que brotaba de cada gota de sangre que a través de sus lágrimas expulsaba su corazón.

Bailó y bailó hasta que se marchitó, como una rosa púrpura que con la nostalgia ha perdido su viveza y su lustre, mientras el cielo llora una lluvia de estrellas acompañándola en su dolor.


Un cuerpo blanco como la luz tenue de la luna, inerte, destaca en el césped del parque.


Martin acaba su turno en la fábrica, y cansado tras la dura noche de trabajo, decide acortar el camino a casa cruzando por el solitario parque.

Hechizado por la blancura de la figura que yace en el césped, iluminado por unas estrellas extrañamente refulgentes, se desvía de su camino habitual y se sienta junto a la chica.

Parece dormida y es tan frágil... Una tristeza honda lo embarga.

La toma de la fría mano y tras comprobar que ya no late vida en sus muñecas, suspira...

Dulcemente, le cierra los ojos y le susurra al oído.

- "Ya no tengas miedo, no sufras más, muchacha. Yo contaré tu historia"

Acaricia su mejilla, y cree ver como una leve sonrisa adorna la cara de la chica.

Sin soltarla de la mano, saca el móvil y marca el número de emergencias.

Enciende un cigarro y se dispone a esperar...

viernes, 24 de abril de 2009

El pezón izquierdo

Dicen que si estimulas correctamente y durante un tiempo el pezón de una mujer, puedes llevarla al orgasmo con sólo esa caricia. Y él sabía muy bien como tocar esa parte sensible de mi cuerpo. Sabía tocar esa, y también otras...

Aquel día le tocaba el turno a mi pezón izquierdo. Había decidido experimentar y jugar con él como si no existiera el tiempo, ni ninguna otra parte de mi cuerpo, a excepción de la boca.
Todo comenzó con leves besos y roces de lengua sobre mis labios, que de alguna forma preludiaban la suave intensidad del encuentro.
Sin prisa ni pausa su lengua iba abriendo camino en mi boca, buscando la mía, lamiendo su punta, al tiempo que suaves mordiscos henchían mis labios ya carnosos por naturaleza. El calor y la humedad de aquella lengua me humedecía y acaloraba preparandome para aquello que presentía se avecinaba.

Fue entonces, tras minutos interminables de besos y caricias, cuando sentí sus dedos pidiendo paso a través de los botones de mi blusa para poder alcanzar mi seno izquierdo, cuyo pezón ya se erguía expectante ante el próximo embate de aquella mano aventurera. Sentí sus dedos sobre la tela del fino sujetador acariciar los alrededores, acercando y cercando la aureola que se encogía ya, oscureciendo levemente su color rosado, invitando así a sobresalir más todavía al ya sensible pezón.

Levantó la parte de la tela que le molestaba en su exploración, y ayudandose de la otra mano desabrochó los botones suficientes de la camisa para poder trabajar con la máxima comodidad. Se humedeció la punta de los dedos pulgar e índice introduciendolos sensualmente en mi boca, y con ellos calientes y mojados se dedico a hacer girar el pezón como si de una pequeña ruleta se tratara, observando el comportamiento de mi cuerpo con los ojos de un niño sorprendido ante la visión de algo nuevo y apasionante.

Ante el movimiento de sus dedos comencé a sentir un calor extraño que salía de mi estómago y se expandía en circulos por los alrededores del vientre, acompañado de una punzada de placer que recorría mi muslo izquierdo a lo largo, y se intensificaba cada vez que aquellos dedos traidores presionaban o cambiaba el ritmo de su acompasado movimiento. Cuando notaba que la humedad iba desapareciendo, volvía a pasar sus dedos por mi boca y yo gustosa los regaba de saliva para no dejar de sentir aquello que me estaba volviendo loca por momentos.

Cuando su boca alcanzó el ya hipersensible pezón, y esa lengua traviesa comenzó a reproducir el movimiento que antes comenzaron sus dedos, el calor de mi vientre se fundió con el placer intenso dentro de mi muslo, convergiendo ambos en mi sexo de una manera brutal, dejándome por un instante suspendida en el tiempo seguro de sus brazos, y un gemido escapó de mi boca, acompañado de un ronco susurro que suplicaba que no parara, que siguiera aquella caricia tal y como era, ni más fuerte, ni mas suave, ni más rápida ni lenta... Aquel vaivén de lengua constante me estaba transportando a la más dulce de las locuras. El calor y placer seguían en aumento, concentrado ahora entre mis muslos, sentía como la humedad me embargaba y escapaba de mi cuerpo, mojando la poca ropa que cubría mi sexo.

De repente, un pequeño mordisco me quitó el aliento... y de nuevo la lengua siguió su recorrido. Y cuando ya mi pulso se aceleraba, y sentí el pálpito en mi vientre, otro mordisco hizo que no pudiera contener el grito... Ya no podía más, la lengua, los dedos, los mordiscos se unieron en mi seno, me dejé llevar y mi sexo empezó a palpitar al ritmo de un orgasmo intenso que acompañé de suspiros, gemidos y espasmos que morían conmigo apoyada en su cuerpo....

Se rompió lo bonito


Se arrebuja entre las sabanas y trata de dejar la mente en blanco.
Se ha cansado de pensar, se ha cansado de llorar al recordar cada detalle de esa mirada desdeñosa, de las frias palabras que salían de esa boca que no hacía mucho la besaba, sin esperarlo ni terminarlo de creer.
No pienses, se dice, pero es inutil.
Revisa los ultimos acontecimientos en su mente vez tras vez, intentando ver el fallo, intentando saber donde se rompió lo bonito.
Intentado saber donde quedaron las promesas y los sueños.
Intentando recomponer los pedazos que quedaron tras la decepción.
Las palabras que nunca tendrá la oportunidad de pronunciar se agolpan en su cabeza y le secan la garganta, provocando unas lágrimas que no por inesperadas resultan menos amargas.
Esa inquietud que se ha instalado en el estómago le acompaña cada hora, cada minuto solitario y le recuerda que todavía sigue esperando...

lunes, 16 de marzo de 2009

Me dejas....



Me dejas,
y no entiendo nada.
Me dices adiós
y escucho el palpitar
de mi pulso acelerado
sin saber, sin sentir...

Me duele en el alma
ese reproche velado
en tu voz ahogada,
esa mirada serena
de tus ojos esquivos,
hieren como puñales
mi corazón marchito.

Quise explicarte,
quise decirte,
y no me dejaste...
Y ahora estas tan lejos
que no sé cómo pedirte,
no sé cómo...

Echo de menos tu risa
iluminar esa cara bonita,
echo de menos la luz
en tus ojos cuando
sensuales, me miran.
Trato de olvidar
los besos, las caricias,
y no lo consigo.

Me despierto cada noche
queriendo estar contigo.
Volver a perderme
en tus brazos,
poder besarte en los labios,
sólo una vez más...
cada día.

Vuelve...

viernes, 6 de marzo de 2009

Caseroloops


No se si algún día los veremos por España, pero este grupo venezolano que empieza a despuntar a mi me gusta muchísimo...Os dejo un par de videos para que los disfruteis como yo. Musica fresca que anuncia calor y veranito. Letras llenas de color, y a veces, de denuncia social.

miércoles, 4 de marzo de 2009

De la Nada a la Nada...



Como el viento

Agita mis pestañas
y una solitaria lágrima
resbala en mi cara
cuando siento que la brisa
acaricia mi pelo.

Me trae el recuerdo
de tus manos revoltosas
jugando con mi cuerpo
sin rumbo fijo...

Soñando contigo.

Réplica a En un Lugar de la Nada

martes, 24 de febrero de 2009

Anhelos



















Nunca imaginé que llegaría a echarte tanto de menos.
Que añoraría el dulce licor que era el roce de tu lengua
explorando mi boca.

Eran tus manos las que me regalaban estrellas,
eran tus besos los que hacían que la luna
me alumbrara cada noche con su sonrisa.
Tus palabras eran el sol que calentaba mi cuerpo.

Quien me iba a decir que despertaría cada noche
sintiendo tu cuerpo dentro de mi,
impregnado el aroma de tu piel en mi piel,
anhelando la forma en que me hacías el amor,
tan suave, tan dulce...

Aún escucho en cada madrugada
la banda sonora que provocaban al crujir
sabanas,
ropas,
pieles,
susurros.

Nunca imaginé que extrañaría tus dedos
descubriendo cada pliegue, cada rincón,
expuesta para ti.

Aquellas canciones que recitabas cuando me abrazabas
todavía hoy erizan cada poro de mi piel,
todavía calientan mi vientre cuando traen a mi mente
las fugaces imágenes de tu cuerpo desnudo.

La dulzura de esa lengua lamiendo sin prisa,
sin pausa, cada centimetro de mi.
Los susurros al alba acariciando mi cuello,
mis manos llenas del fuego que desprendía tu piel,
tan suave, tan dulce...

Aún recuerdo en cada despertar cuando,
muslo con muslo, los vientres unidos,
caricias,
besos,
jadeos,
suspiros...

martes, 17 de febrero de 2009

Lo que me gusta de ti...

...tus ojos...
...cuando me abrazas...
...tu voz...
...cómo me besas...
...tu sonrisa...
...cuando me tocas...
...tus labios...
...como me miras...

Me gusta lo que siento cuando te veo,
cuando quiero que me mires,
cuando quiero mirarte...

Me gusta lo que hasta ahora ha sucedido,
y me gusta lo que no ha podido suceder...

(Escrito el 27 de julio de 2007 en Un Poco De Nada)

viernes, 6 de febrero de 2009

En ese instante



"Bailar es la expresión vertical de un deseo horizontal"

Solos los dos en aquella habitación, sonaba la música, y nuestros cuerpos se movían al unísono al ritmo que marcaba aquella canción.

Sin apenas despegar los pies del suelo, sentía tu calor traspasando mi piel, calmando mis nervios, relajando mis músculos, dejandome llevar al son que marcabas, susurrando el ritmo junto a mi cuello... 1, 2, 3 ... 5, 6, 7 ...

La cadencia de la música marcaba el paso de mis pies descalzos sobre la tarima del cuarto, sujeta entre tus brazos, mi cabeza reposaba en tu hombro, y el olor de tu piel comenzó a empaparme de ti.

La música sonaba y sonaba, no dejaba de sonar, y tu voz quebrada indicando cada movimiento se convertían en el conjuro que hacía crecer mi deseo.

Tus dedos eran fuego en mi espalda, el sudor comenzaba a recorrer mi frente, el calor se apoderaba de mi con cada vaivén de tus caderas, la letra de la canción dejó de tener sentido en mis oidos.

Ya sólo saboreaba los latidos de tu corazón, escuchaba el tacto de tus manos, olía tus labios apenas rozando mi cuello, miraba el lamento que las gotas de sudor imploraban acariciando tu piel, las pupilas dilatadas delataban mis ganas de ti.

En ese instante deseé besarte hasta que tu lengua arrancara suspiros de mis ojos.
En ese instante deseé que bailaras en mi con la necesidad que yo sentía de ti.
En ese instante deseé que esa canción no dejara de sonar jamás en nuestros cuerpos...

viernes, 30 de enero de 2009

Me quedé sin palabras...


Me quedé sin palabras
para decirte lo que siento.


Persiste en mi interior
el amargo sabor
de una mirada vacía
en unos ojos sin alma,
perdidos...


Sonrisa perfecta que dice nada,
cuando las falsas excusas
se diluyen en tu boca.


El tiempo dibuja
la figura borrosa de tu vida
sombría, insulsa, solitaria.


Promesas rotas,
Sueños vacuos,
Decepción,
Engaño...

lunes, 26 de enero de 2009

Lucía (II)


Cristina apuraba las últimas caladas del cigarro sentada en el coche, todavía reafirmandose en la decisión de abandonar a Lucía a su suerte para siempre.
Recordó como la había conocido. Fue cerca de un año antes, a traves de un anuncio en el periódico. Cristina buscaba un trabajo extra para sacarse un sobresueldo, ya que su trabajo como peluquera y esteticista en una franquicia de una cadena de peluquerías no daba para mucho. Lucía tenía un centro propio de estética, y necesitaba una ayudante para los viernes tarde y sábados, ya que era cuando más demanda tenía.

Cristina generalmente hacía el turno de mañana y mediodía en su empresa, y rara vez alguna compañera le pedía un cambio de horario, asi que tenía la disponibilidad de ayudar a Lucía. Llamó al número de telefóno que aparecía en el anuncio, y tras presentarse, le contó a Lucía el motivo de su llamada. Ésta le hizo unas cuantas preguntas básicas por telefóno, sobre su persona y experiencia laboral, y le pidió que le llevara un curriculum con foto al centro al día siguiente, o cuando le viniera bien a Cristina.
A raiz de alli vino el primer encuentro, hablaron, y unos días más tarde, Lucía llamó a Cristina por primera vez para empezar a trabajar para ella.

Las primeras veces juntas fueron cordiales, no hablaban mucho de temas personales, y ambas se observaban por el rabillo del ojo mientras trabajaban. Cristina preguntaba cuando algo se le antojaba diferente o desconocido a lo que había hecho hasta entonces, y Lucía de vez en cuando le daba pequeñas indicaciones de cómo quería que hiciera algun trabajo con alguna clienta en particular. Al fin y al cabo sólo se veian unas pocas horas dos veces a la semana, y no todas las semanas.

Pero una tarde, Lucía estaba más excitada de lo normal, su comportamiento era extraño, y le hizo unas cuantas preguntas que rayaban el limite de la cordialidad y entraban en terreno personal. Asi que Cristina le propuso tomar un trago juntas después del trabajo, ya que intuía que Lucía necesitaba un desahogo, alguien con quien hablar.

Aquel fue el principio de su amistad, ya que Lucía se sinceró sin más, contó muchos de sus secretos y adicciones, dejó al descubierto sus carencias y defectos y ella se vio ante una persona más infantil e insegura de lo que en un principio creyó de Lucía. Eso hizo que en cierto modo, se encariñara con ella y la cogiera bajo su protección, ya que Cristina era más fuerte y sensata de lo que la gente pensaba cuando la conocía. Y se sentía en la obligación de traspasar parte de esa fuerza a su jefa y nueva amiga.

Pero poco a poco, Cristina fue descubriendo que todo lo que ella pudiera decirle a Lucía era tiempo y esfuerzo perdido. Sus adicciones podían más que cualquier otro argumento, a pesar de reconocer ante ella entre lágrimas sus debilidades, sus caídas, la necesidad de una ayuda externa que prometía buscar y que nunca llegaba...

Después fueron llegando los engaños, las mentiras, porque Cristina comenzaba a ponerse dura ante las debilidades de Lucía. Ya no era la amiga comprensiva que le daba consejos, si no que le instaba a buscar soluciones. La enfrentaba a sus actos y a sus errores, y Lucía no quería más reproches. Sobre todo, a raiz de la primera vez que le confesó que si, que Raul le pegaba. Aunque antes de la confesión Cristina ya intuía que algo no marchaba bien en aquella relación, al margen de que ambos fueran adictos a la cocaína, hasta entonces no parecía afectar a la vida cotidiana de ambos, ni a sus trabajos o relaciones con su familia.

Cuanto más intentaba Cristina que Lucía viera las cosas con sensatez, más cobarde se volvía ella.
Un día, Lucía la llamó entre semana, para ver si podía ir ella al centro para hacer unos clientes que tenía reservados, ya que, según le dijo, no se encontraba bien e iba a tener que cancelar las citas. Ella accedió, no tenía mucho mejor que hacer, y el dinero extra le venía bien.

Curiosamente, a partir de aquel día, cada dos por tres Lucía tenía algun problema entre semana, o bien de salud, o le había surgido algún tipo de compromiso ineludible, y llamaba a Cristina para ver si podía ir ella al centro a trabajar.
Luego llegaron las vacaciones, y le pidió si podía cubrirla toda la semana, hacerse ella cargo del negocio mientras ella descansaba... Así que arregló los días en su trabajo de forma que pudiera llegar a ambos sitios, aunque eso significara trabajar 14 horas diarias durante aquella semana.

Los amigos de Cristina empezaban a hacerle comentarios sobre la situación, ya que Lucía la avisaba siempre en el último momento si necesitaba que Cristina la cubriera, y ésta cancelaba cualquier plan que tuviera para poder acudir al centro, sacarse un dinero extra y mantener los clientes del centro, ya que si algún día le había dicho que no, que no podía trabajar, Lucía había cancelado todas las citas o directamente había dejado a las clientas colgadas, esperando en la puerta del local.

Cristina era consciente de que estaba empezando a tener problemas de rendimiento con tanto trabajo. Cuando no trabajaba, dormía o no le apetecía salir de casa, y sus amigos comenzaron a hacer los planes directamente sin ella, cansados de que siempre cancelara a última hora por una llamada de Lucía.

Pero cuando conseguía hablar con Lucía de la situación, ésta se echaba a llorar, le pedía perdón, le decía que era su única amiga y le prometía que iba a tratar de poner en orden su vida, que iba a ir al psicólogo, que Raul también iría con ella, y que ambos solucionarían sus problemas...
Y no es que Cristina la creyera ya, pero tenía la esperanza de que Lucía abriera los ojos y reaccionara...

Y además, necesitaba el dinero que Lucía le pagaba por las horas que hacía, a pesar de que practicamente fuera ya Cristina quien se hacía cargo del negocio, concertaba las citas, y se resposabilizaba de que tanto el material como el local estuvieran en condiciones para seguir trabajando como si nada pasara.
Pero las acciones de Lucía estaban pasando factura, y muchas clientas habían desaparecido, otras no iban tan asiduamente y el resto ya casi pensaban que Lucía había dejado el negocio y ahora lo llevaba Cristina.

Y en esta situación llevaban varios meses, Lucía trabajaba algunos días, Cristina hacía todos los demás, acomodando el horario a su trabajo habitual, cuando recibió el mensaje de Lucía y cogió el coche para dirigirse al hospital, dispuesta a terminar con aquello, dispuesta a no soportar más mentiras, aunque supusiera el cierre del negocio de Lucía, aunque supusiera dejar a Lucía a merced de la cocaína y de Raul...


(Continuará)

viernes, 16 de enero de 2009

Lucía


Cristina volvió a mirar el reloj. Era extraño que Lucía no la hubiera llamado todavía. Ya eran dos días sin una llamada, sin un mensaje...

En ese instante sonó el móvil. Era un mensaje. Se abalanzó sobre el teléfono y miró la pantalla. "1 Mensaje nuevo" le dio a la tecla ok "Lucia"

Alli estaba... ya sabía que tarde o temprano, tendría noticias de ella.

-Hla wapa, stoy en el ospital, stoy bien, psate si kieres y me kuentas-

Aquello no es lo que esperaba... En el hospital? que habría pasado estaba vez? Y que fuera a contarle que? En todo caso, siempre era Lucía la que le contaba, la que le venía a llorar los problemas y ahogarla en sus penas.

Estaba ya cansada de aquello, de esa relación que había comenzado como una amistad más y poco a poco la había ido absorbiendo en un mundo paralelo que no le gustaba, ni le convenía, y del que no sabía muy bien como salir.

Bueno, sí lo sabía. Sabía que con cortar con todo aquello y continuar con su vida, dejaría de sufrir. Y todos los días se levantaba con el mismo pensamiento en su cabeza. Hoy se lo diría. Hoy le diría a Lucía que no la llamara más, que no contara más con ella, que no podía seguir luchando por alguien que no hacía nada por dejar de llorar, por mejorar su vida.

Pero como cada día, le faltaba el valor. Ya no sabía que sentía, si pena, necesidad, cariño, o simplemente tenía la esperanza de que cualquier día de estos, Lucía abriera los ojos y reaccionara. Se diera cuenta del daño se hacía ella misma y con sus mentiras, manipulaciones y debilidades, inflingía a los que la rodeaban, incluida a ella.

Mientras pensaba todo esto, había cogido el coche y se dirigía hacia el hospital, una vez más, sin saber muy bien por qué, seguía acudiendo en su rescate, cuando estaba claro que Lucía no quería ser rescatada de su propia vida. Era una pobre niña en el cuerpo de una mujer dominada a medias por un novio violento, y la otra mitad por la cocaína que casi cada noche esnifaban sus venas.

- Yo antes no lo hacía, -le había dicho la primera noche que lloró ante ella.- empecé por culpa de Juan, y hasta hace poco sólo eran los fines de semana. Pero ultimamente, me llama, no lo puedo evitar... y sé que no está bien, que no me sienta bien, pero la tengo aqui... y me llama. Y quiero dejarlo, te lo juro, pero no puedo...

Con los ojos vidriosos por el llanto, vacíos a causa de las rayas de cocaína, le contó a retazos su vida, lo que había vivido con Pedro, lo que había ocurrido cuando terminó con Juan, lo mal que lo había pasado... Pero poco después conoció a Raul y se había vuelto a enamorar... Y entonces creyó que todo mejoraría. Hasta que Raul comenzó a acompañarla en las noches de juerga, alcohol y cocaína, porque él también estaba en el mismo ambiente que ella.

Y tras las rayas y los whiskys, venían los celos.

- Por qué miras a ese? estoy aqui, mirame a mi. -Le gritaba él.

- Si te estoy mirando a ti, pero no lo ves porque estas pensando en esa puta de allí - Le gritaba ella.

Y tras los gritos, aparecían los reproches, y después, venían los golpes... y tras los golpes, las reconciliaciones. Y es que Raul se arrepentía, y entonces, la follaba como nadíe la había follado antes. Y era tan cariñoso...

Cristina escuchaba el relato de Lucía, con el corazón encogido, intentando decirle las palabras adecuadas para no herirla, pero que le hicieran ver que aquello no era amor. Era dependencia. Dependencia de un circulo vicioso, dependencia de una vida llevada al límite, abocada al más oscuro abismo, sin vuelta atrás, sin billete de retorno.
A no ser que buscara ayuda.

Cristina intentó explicarle todos los medios que podían ofrecerle esa ayuda, y entonces Lucía lloraba y lloraba, y le decía que ya los conocía, que tenía razón. Que iría al psicologo y también al centro de desintoxicación.

Pero sólo eran palabras.
El tiempo pasaba y todo continuaba igual.

Y Cristina ya sabía que la mitad de lo que Lucía decía eran mentiras. Lo sabía por amigos comunes, incluso por la familia de Lucía. Muchos antes habían sido su paño de lágrimas, como ahora lo era ella. La historia era la misma con Juan, con Raul, con Pedro y todos los demás. Y todos los que querían ayudarla habían descubierto que no podían salvarla, que ella no quería estar sola, sin un hombre en su cama, y cada hombre que metía en ella era peor que el anterior.

Poco a poco todos la habían abandonado a su suerte. Todos la querían, pero no podían luchar por ella, no podían luchar contra ella. Lucía se iba apoderando de sus vidas como ahora se había apoderado de Cristina. Hasta que decían basta!

Y ella, Cristina, sentía que no tenía fuerzas para seguir luchando una batalla perdida. Tenía una vida, un trabajo, unos amigos a los que quería y la querían. Lucía sólo era una más. Y se daba cuenta que cuanto más tiempo le dedicaba a ella, más perdía de su propia vida.

Aparcó el coche en el parking del hospital. Paró el motor y encendió un cigarro. Mientras chupaba la boquilla y aspiraba, sientiendo el humo entrar en sus pulmones, tomó la determinación de decirle de una vez a Lucía que se acabó. Le daba igual por qué estaba en el hospital, que hubiera pasado aquella vez o que hubiera dejado de pasar. Hablaría con el médico y le contaría todo lo que sabía sobre Lucía, y sería lo último que haría por ella.


(Continuará...)

miércoles, 7 de enero de 2009

Complicado


"No quieres pensar pero piensas.... quieres sentir y no sientes... o no sabes si sientes de verdad... o crees que sientes aquello que quieres pensar."


Hay alguien que no deja de estar en tu cabeza, aunque tu no quieras, aunque te propongas no pensarle...

Vuelve a tu mente una y otra vez, deseas ver a esa persona, compartir momentos, detalles, caricias, deseo...

Y cuando la tienes delante, aunque no puedas dejar de mirarla, no sabes muy bien qué es lo que sientes.

Porque cuando te falta, la piensas, la sientes, recuerdas cada detalle, cada mirada, cada palabra....

Y ahora la tienes en frente... y la miras, sientes deseos de besarla, de contarle lo que sientes...

Y cuando esa persona te besa, te acaricia la mejilla, te dice que te quiere... y la espera termina, el deseo se cumple, tu corazón se expande...

Y la mariposa, entonces, abre las alas, echa a volar y desaparece...

"Que raro, no?" piensas...

El amor es muy complicado.