lunes, 8 de septiembre de 2008

Te conocí...



Te conocí una noche de junio.
Los dos estabamos trabajando, aunque yo entonces no sabía que tú también lo hacías.
Pasé por delante tuyo y dijiste unas palabras al verme.
No recuerdo cuales fueron.
Pero recuerdo que te miré a los ojos, y tú me devolviste la mirada, sin pestañear.
Algo saltó dentro de mi cuando sentí esa intensidad de tus ojos en los mios.
Volví a pasar junto a ti cientos de veces aquella noche, y siempre tenías unas palabras para mi. En pocos minutos averigüaste mi nombre, de donde era, donde trabajaba, y por qué estaba alli. Yo no sabía nada de ti, excepto tu nombre.
Y que me gustabas.
Mucho.
En sólo unos minutos, sin apenas conocerte, me gustó tu mirada, me embaucó tu sonrisa, tu voz me hacía vibrar, y sólo quería tener más minutos para pasar delante de ti, para mirarte y que me miraras, para hablarte y que me hablaras, para sonreirte y perderme en tu sonrisa.
Recuerdo que cuando te pregunté tu nombre, y me respondiste, me pediste dos besos de presentación.
Yo te contesté que no podía, que estaba ocupada, que más tarde te los daría.
Sin embargo, transcurrido un rato, me acerqué a ti de pronto, te cogí del brazo, y te di esos dos besos.
Cuando menos lo esperabas, cuando ya no los esperabas...
Y entonces vi la chispa en tus ojos.
Te enamoraste de mi de la misma manera que yo lo hice de ti.
De repente, sin pensarlo, sin esperarlo, sin más...
Sólo que tú ya sabías que ese amor no tenía un principio.
Y ahora yo sé que seguramente, jamás tenga un final.

2 comentarios:

celemin dijo...

¿Existe otra forma de enamorarse?

Nür dijo...

Qué genialidad es enamorarse y estar enamorado!

Disfrútalo!

Besos,
Nür