viernes, 18 de julio de 2008

Alto voltaje (Parte II)

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De repente escuchó un clack! Y como por arte de magia, la puerta entró en su sitio y se quedó encajada como si nunca hubiera dado problemas. El la abrió y cerró con suavidad, para ver si de verdad estaba ya arreglada, y el movimiento de vaivén de la puerta hizo que ella se sintiera de repente excitadísima.
Notó como la humedad delatora entre sus piernas la invadía, y cuando él depositó en su palma abierta las piezas de plástico que sobraban, sintió una descarga eléctrica que hacía juego con los rayos que seguían rasgando el cielo rítmicamente en la calle y alumbraban el interior del bar que seguía con la puerta abierta.
- Sergio….. susurró
- Si, preciosa?
Él había notado la transformación que en esos últimos minutos se había producido en ella. Ahora sentía su deseo y eso no hacía mas que acrecentar el suyo propio. Hacía ya unos días que la observaba en silencio, que su sonrisa le resultaba arrebatadora, que aquellos ojos y aquella voz removían dentro de él pensamientos oscuros e íntimos que no se atrevía a confesarle, ya que no veía en ella el mismo deseo, solo la inocencia de la sana amistad entre dos personas que se aprecian.
Ella levantó la mano y se la ofreció a él sin decir nada más. Él sujetó la mano y la atrajo tirando de ella hacia él, estrechando el cuerpo de ella al suyo, y buscando su boca, comenzó a besarle de forma apasionada.
Sergio la sujetó de la cintura y la apartó un poco, recreándose en la cara que tenía delante, desde el nacimiento de su pelo castaño hasta la barbilla puntiaguda que le daba a ella ese aire de decisión. Ella también lo miraba, y su cabeza comenzaba a lanzar señales de alarma recomendándole que no hiciera lo que tenía tantas ganas de hacer, que no era buena idea, que era un cliente y un buen amigo y aquello….. no estaba bien. El notó sus dudas en aquellos ojos verdes, y sujetándola otra vez firmemente, comenzó a besarla despacio, como si le fuera la vida en ello, entrando y saliendo de su boca lentamente, depositando besos cálidos por toda su cara, sus pómulos, sus parpados, la nariz…. Volviendo a su boca húmeda que lo recibía con ardor, mezclando sin pudor sus salivas y alientos, sintiendo como sus lenguas recorrían cada zona de la boca del otro explorando cada rincón, sin dejar un milímetro de piel por saborear.
- Espera, dijo ella.
- ¿Qué pasa? No quieres?
- No, no es eso.
Como todavía era pronto, volvió a apagar las luces de la calle, el foco de entrada y el letrero de neón, y cogiendo la llave de la puerta, atravesó el bar, quitó la cuña de madera, cerró y giró la llave en la cerradura. Fuera seguía lloviendo a mares, no creía que fuera a venir nadie todavía a esa hora, así que no iba a causar un gran trastorno al Pub si abría después….
El había observado sus movimientos, y no sabía si salir del almacén o quedarse donde estaba por si el hechizo se rompía.
Ella lo cogió de la mano y lo sacó suavemente pero con decisión del almacén, apoyó su espalda en la pared junto a la barra, y en un segundo, lo despojó de su camiseta y acercó la cintura de él al cuerpo de ella.
Sergio volvió a la carga, besando, tocando, explorando y mirando, sujetando el pelo de ella entre sus dedos, acariciando su culo con la palma de la otra mano, acercando la cadera de ella a la suya, sin dejar de lamer, besar, morder y chupar la cara de ella, su cuello y su boca.
Ella llevaba solo un vestido corto encima de las medias musleras, una braguita y un sujetador a juego, y se alzaba sobre unas sandalias de tacón, adornadas con tiras y cristales que embellecían sus pies.
El vaquero de Sergio se ajustaba a su cadera y sus muslos, marcando los músculos hechos a base de esfuerzo y trabajo, y su torso moreno sin camiseta se veía fuerte y sexy en la penumbra del bar.
La música continuaba sonando de fondo, cosa que hacía el momento mucho más sensual si eso era posible…
Sergio le quitó el vestido por encima de la cabeza, con decisión y delicadeza, haciendo del roce de la tela un movimiento erótico en si mismo. La dejó sólo con la ropa interior sobre los tacones de las sandalias, y la contempló como si fuera la cosa más bonita que hubiera visto en su vida… Esa mirada bastó para que ella se volviera loca y se entregara a él como nunca antes lo había hecho con otro. Comenzó a besar su torso, lamiendo sus pezones y cada trozo de cuerpo sudoroso que su lengua encontraba en el camino sin retorno que había iniciado. Él sólo la miraba con deseo, acariciando la piel desnuda de ella, dejándola hacer…

2 comentarios:

Dr.Mikel dijo...

Se te da bien la redacción erotica, me ha gustado la sutileza y sensualidad del encuentro.
Besitos.

Bruja24 dijo...

Estimado doctor, todavía falta de publicar la tercera parte del relato, que le puedo asegurar es mucho menos sutil....
Un beso para Ud.