jueves, 17 de julio de 2008

Alto voltaje (Parte I)



Aquella noche le tocaba abrir el Pub, casi como cada día de las últimas semanas. No tenía muchas ganas en el momento, pero sabía que una vez que estuviera allí la noche no sería muy dura. Pero el tiempo hoy estaba extraño, sentía mariposas en el estomago, la noche era fresca y amenazaba lluvia.
Justo cuando metió la llave en la cerradura, un relámpago cortó el cielo dejando un macabro resplandor en la calle. Las farolas de repente se apagaron y al segundo un gran trueno desequilibró su mente en un instante. Un escalofrío la recorrió entera, pero aún así giró la llave en el pomo y se adentró en las penumbras del bar. Aún no había cerrado la puerta a sus espaldas cuando comenzó a llover como si no hubiera caído una gota en años, llenando el ambiente de olor a humedad y a polvo y contaminación, ya que la lluvia levantaba toda la basura que acumulaban las calles y las aceras.
Se dirigió al almacén para dejar el bolso y la fina chaqueta que había cogido, encendió las luces y enchufó el equipo de música. Terminó de recoger las copas y botellas que quedaban sobre la barra del día anterior y que la chica de la limpieza no había tenido tiempo de tirar o meter a la cesta del lavavajillas. La rutina que seguía cada día para dejar todo listo y abrir las puertas al público habitual de cada noche, la tranquilizó. Bajó las luces de la barra, puso una mezcla al azar de música inglesa y comenzó a sonar Roxanne, de Police. Como le gustaba esa canción.
Una vez todo listo y el bar en orden, dio las luces de la calle, que anunciaban que el local estaba abierto, se dirigió de nuevo a la puerta y abrió la de la calle sujetándola con una cuña de madera para que no se cerrara. Seguía lloviendo con fuerza, mucha fuerza, el agua comenzaba a rebosar en las calles desiertas, y salvo las luces residuales de varios escaparates adyacentes, el resto de la calle seguía en penumbra. “Mejor, pensó, así se ve mejor el cartel y la gente entrará a tomar algo” Aunque claro, eso era si alguno se decidía a salir en esa desapacible noche de rayos y truenos…
Justo cuando volvía hacia dentro, una sombra surgida de la nada la sobresaltó.
- Hola guapa!, vaya nochecita tenemos, no?
La voz familiar de Sergio, cliente habitual con el que se llevaba cada día mejor, la relajó, aunque no pudo evitar que él viera la carne de gallina que se le había puesto de repente en brazos y cuello.
- Vaya, te he asustado, lo siento. No era mi intención, creí que me habías visto doblar la esquina.
- No, estaba perdida en mis pensamientos, la verdad, y con esta lluvia y la calle sin luz tampoco se ve mucho más allá de la nariz.
- Es verdad. Que pensamientos te preocupan, si se puede saber?
El siempre era solícito con ella, se preocupaba por sus cosas y le contaba también de las suyas. Nunca les faltaba conversación, hablaban de trabajo, viajes, amores o reflexiones trascendentales de las que arreglaban el mundo.
A veces, ella levantaba la vista y lo sorprendía mirándola, pero cuando esto ocurría, Sergio no bajaba la mirada, se limitaba a mirarla a los ojos y esbozar una sonrisa. Tenía una sonrisa bonita de verdad, acompañada de una mirada pícara que hacía brillar sus ojos oscuros detrás de las incipientes patas de gallo. Incluso cuando la barba de dos días oscurecía su cara, su atractivo era irresistible.
- Pues la puerta de la cubitera se ha vuelto a salir de las guías, me dijo Susi que tu habías conseguido meterla en su sitio la otra vez.
- Si, quieres que te lo mire?
- Vale, pasa conmigo dentro a ver si colocándole las piezas estas de plástico se queda ya bien puesta y no da más problemas.
Sergio entró en el pequeño y caluroso almacén y cogió la puerta de la cubitera. Le pidió un cuchillo y ella le enseño los remates de plástico que faltaban en la puerta y por eso la puerta no se sujetaba en su sitio. Subió un poco el volumen de la musica, y contemplaba como Sergio luchaba con la puerta mientras vigilaba el pub por si entraba algún cliente despistado, aunque a primera hora de la noche no solía llegar mucha gente.
De repente notó que Sergio la miraba.
- Anda, ayúdame con esto, sujeta de este lado mientras coloco este otro.
- Claro – dijo ella, - así te viene bien?
El volvió a mirarla a los ojos y esbozando lentamente esa sonrisa que a ella le encantaba, le susurró:
- Bueno, mejor me vendría que sujetaras otras cosas… pero supongo que tendré que conformarme con esto, si.
Ella sintió como el calor subió de golpe en su cuerpo, llegando hasta su cara haciendo que se ruborizada intensamente, sin saber muy bien por qué. Estaba acostumbrada a jugar con frases de doble sentido, a seguir el juego a los hombres sin implicarse ni dar lugar a equívocos. Pero esos ojos clavados en ella, es sonrisa seductora, el calor que hacía en el almacén y las gotas de sudor que comenzaban a formarse en los brazos y la cara de él….

2 comentarios:

Nür dijo...

Aquí hay tomateee!! Pero no nos dejes así, mujer!! Sigue, sigue, sigue, siiiiigueeeeee!!

Besotes,
Nür - (la paciencia es que me la estoy guardando para otras cosas, no me lo tengas en cuenta! :D )

Bruja24 dijo...

Jajajajaja, tus deseos son ordenes... ya tienes publicada la segunda parte, y en breves habrá una tercera y final...
Besitos, wapa.